No almorzarse la cena

El pasado domingo, en los búnkeres de los tres candidatos más votados de Rosario, festejaron todos y, en dos, cantaron por la intendencia del 2027.¿Puede una misma elección dejar tres ganadores? ¿Cómo pueden dos de las tres fuerzas, asegurar que gobernarán la ciudad en dos años? La única certeza es que más del 50% de la población prefirió no pasar frío.

En Unidos, el tempo lo marcó el gobernador Pullaro, saliendo a hablar primero y festejando que la coalición gobernante ganó en 266 de las 365 localidades. El peronismo podría señalarle que, en 10 de las 15 ciudades más importantes, el triunfo fue para ellos y en sólo 3 ganó el gobernador. Sin embargo, esos triunfos se disuelven en expresiones locales, de méritos propios de cada candidato, porque el peronismo no tiene un rostro provincial que las sintetice. Nadie puso la cara en las malas, nadie la pone para capitalizar esto. En el frente gobernante, no hay duda que es Maximiliano Pullaro quién conduce y centraliza la imagen de Unidos. Por ello, la celebración del gobernador suena más fuerte.

                                  Fuente: @villarrealmr en X

La candidata local de Unidos, Carolina Labayru, también se dio el gusto de festejar. ¿Qué candidato podría negarle el derecho al fracaso? En este caso, una “remontada histórica” que la colocó en los términos de una derrota digna. Disuelta por la polarización entre kirchnerismo vs. libertad, y con un fuerte cambio comunicacional de las PASO a la Generales en dónde pasó de ser la candidata de Javkin a la candidata de Pullaro, salió en la foto de los tercios imperfectos. En este búnker no cantaron por la Intendencia del 2027, como si una idea gris merodeara a los militantes: no hay proyecto de candidata. 

Juan Monteverde fue el que más festejó. Con una clara premisa encaró esta elección: es un paso hacia el 2027. Eligió rivalizar con el oficialismo local, muy cuidadoso de no involucrarse en temas provinciales y nacionales, definiendo con claridad la geografía comunicacional de su campaña. La idea de votar ahora al “intendente que nos falta”, movilizó a un sector del electorado descontento con la gestión de Pablo Javkin. No buscó la traslación de la imagen de nadie, lo vimos sólo en la vía pública y en las redes sociales. De Cristina llegaron las felicitaciones, pero no el apoyo previo. El día después, confesó que ya no se habla con Grabois. La lucha de clases interna por construir un nuevo perfil que le permita gobernar la ciudad ya comenzó. Monteverde respondió con claridad en esta campaña para qué y contra qué está, y eso le alcanzó para ser el ganador con más del 30% de los votos. 

Juan Pedro Aleart no fue Adorni porque Rosario no es CABA. Sin embargo, con una campaña nacionalizada al máximo, un estilo comunicacional brutal y explícito como caracteriza al presidente Javier Milei y, con salidas mediáticas mínimas y controladas, logró el segundo lugar. Eligió no combatir al oficialismo local y apelar a la polarización ideológica que sabemos de memoria: kirchnerismo o esto otro. El crecimiento de Carolina Labayru -la candidata de los oficialismos local y provincial- entre las PASO y las Generales, atenuó lo que podría haber sido un caudal de votos aún mayor para Aleart, que optó por extremar su comunicación libertaria en lugar de intentar conquistar al electorado que se autopercibe como moderado, entre el progresismo y el antiperonismo. En abril, Romina Diez se adelantó con una declaración: “será el futuro intendente de Rosario”, y el domingo pasado fue inevitable que en el búnker libertario se cante por ese objetivo. 

Aleart ató su destino a los del presidente Javier Milei. Es imposible imaginar un futuro político del periodista que no esté ligado con los resultados del gobierno. Las elecciones nacionales de octubre vislumbrarán si estas elecciones locales sentaron el piso o el techo para el presidente, y si Juan Pedro tiene más o menos votos que Milei en Rosario. Por el lado de Monteverde, si se suman los votos del peronismo que fue por afuera, alcanza un 40%, techo que aún no logra romper. Javkin no tiene heredero, podría calentar otro ex periodista… ¿en quién piensa Pullaro?

Con más del 50% de los ausentes, imaginar en dos años un escenario repetido al del domingo pasado es muy difícil. Almorzarse la cena puede ser un pecado para los principales candidatos, en un contexto en dónde la ciudadanía repite que es siempre igual, todo igual, todo lo mismo. 

 
Firma: Agustín Doino
 

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