En los tiempos de la revolución francesa al compas de La Marsellesa, quien hubiera pensado que los concurrentes a la asamblea nacional, representantes de los tres estados en que se segmentaba la sociedad iban a ser actores involuntarios del nacimiento de las dos corrientes ideológicas en que se dividió el mundo político contemporáneo. Aún con sus variantes, particularidades y localismos, perviven dentro del pensamiento político universal hasta nuestros días.
En la Convención Nacional convocada por la Asamblea Legislativa el 21 de septiembre de 1792, y cuyo primer acto fue proclamar la República y posteriormente dictar la nueva Constitución, a partir de la destitución de Luis XVI y siguiendo los designios de Robespierre y sus acólitos revolucionarios, quedaron claramente diferenciados los sectores en pugna, como ya había ocurrido en sesiones anteriores durante el epílogo de la monarquía. Los girondinos representaban el ala derecha del recinto compuesto por representantes de los sectores conservadores que respondían a la nobleza, clero y burgueses; los jacobinos ubicados en el ala izquierda también llamados “la Montaña” por sus bancos que eran más altos que los del resto y nucleaban múltiple procedencia, reivindicaban los derechos de las masas y proclamaban la libertad absoluta tanto política como social acaudillados por Dantón.
Completaban el marco de trascendental asamblea, los moderados que estaban a la expectativa de las posturas de un grupo u otro. Se situaron en el CENTRO y se los llamó “la Llanura”. Dichos posicionamientos perduran casi 250 años después…
Desde ese momento histórico de la humanidad, que los historiadores clásicos señalan como el fin de la edad moderna y el inicio de la contemporánea, tuvo como impacto trascendental el final a la monarquía absolutista (“Ancien Régime”) y el advenimiento del liberalismo político en Francia, abriendo paso a la república bajo la inmortal consigna de libertad, igualdad y fraternidad. Ha quedado grabado a fuego allí, cual es la génesis que sustentan las dos corrientes ideológicas contrapuestas del pensamiento político universal.
Sin embargo lo que más restalla de esa división de la sociedad, son las características que signaron a ambos bandos, se mantienen incólumes hasta hoy, más allá de los avatares de la evolución del planeta y de los modelos que se sucedieron a lo largo y ancho del mundo en cada nación, en cada lugar y en cada momento o instancia histórica hasta la actualidad.
Esa descripción de los girondinos como conservadores encerraba a las clases privilegiadas que por entonces conformaban el primer y segundo estado en la Franca pre-revolucionaria: el clero y la nobleza, a los que se agregaron a partir de la caída del feudalismo, los que pudieron acceder a las tierras, como también comerciantes y profesionales que conformaron el estamento (que si bien provenía del pueblo), se los llamó la burguesía que inmediatamente se incorporaron a las clases altas obviando sus orígenes (cualquier semejanza con la actualidad es pura coincidencia). Los jacobinos respondían a las masas, a los sectores más humildes y necesitados de la sociedad: agricultores, artesanos, peones, obreros que ya comenzaban a trabajar en talleres y mendigos que proclamaban la libertad y la igualdad y clamaban por urgentes reivindicaciones sociales.
Claro que a lo largo de la línea del tiempo, esa distinción entre ambos extremos fue evolucionando y las diferencias se fueron acentuando, máxime a partir de la declaración de la independencia de EEUU en 1779 y el apogeo de la revolución industrial, el positivismo como estandarte de transformación del pensamiento y las nuevas ideas desde el liberalismo económico frente a la aparición en escena de Carlos Marx. Pero de lo que no cabe duda es que esa ala DERECHA quedó integrada por los nobles y tomada por la burguesía (además del clero, monárquicos y algunos militares de altos rangos). La IZQUIERDA eran las masas, agricultores, peones y necesitados que clamaban por reivindicaciones humanas y sociales.
A partir del siglo XIX, la expansión del liberalismo económico a partir de la obra de Adam Smith y las corrientes positivistas y del darwinismo social, se agregó un nuevo ingrediente a medida de la naciente corriente del pensamiento político mundial: el individualismo. La sociedad de entonces consideraba la riqueza como virtud individual, según Smith el sistema económico debe estar basado en ley de oferta y demanda y el Estado no debía intervenir, salvo algunas prestaciones esenciales pero nunca en la economía. Obviamente los países capitalistas e industrializados (EEUU, Gran Bretaña) aplicaron esas ideas férreamente en sus dominios periféricos.
En el derrotero de tantos años, ese esquema quedó grabado a fuego en las entrañas del pensamiento político mundial y consolidó a la derecha, más aún con la aparición del sistema económico capitalista en las sociedades occidentales, ya no solo para el mantenimiento de privilegios sino también para la conquista de nuevos negocios y mercados, condimentos insustituibles como el liberalismo económico primero y el neoliberalismo, después, especialmente en los países periféricos. El capitalismo como lo conocemos hoy es la codicia elevada a la categoría de credo o religión como lo expresara Marcelo Filgueras. Ese liberalismo económico que ocultaba en sus entrañas otro de sus elementos distintivos: el individualismo, la riqueza como una virtud individual despojada de todo grado de cooperación o solidaridad, el actuar libre del individuo buscando su propio beneficio. Siempre la elite.
Así fue que con la aparición de las naciones, la expansión de los EEUU y la continuación y propagación del colonialismo británico de la mano de esas ideas liberales en lo económico comenzaron a imponer el libre cambio y a dominación en las regiones periféricas y a copar sus mercados. Arribamos aquí a otro de los atributos de esa derecha signada por el imperialismo y ese colonialismo físico y violento y más curioso aún, defendido a ultranza en las naciones recipiendarias por las elites nativas de esas políticas invasivas y empobrecedoras (Argentina en los finales del Siglo XIX y comienzo del Siglo XX), pero que sostenían fundamentalmente los privilegios de esas clases dominantes. Así las economías de enclave fueron tierra fértil para el desarrollo de las derechas en América y su posterior expansión.
Sin embargo es válido expresar que el devenir de los años, las transformaciones políticas y sociales, los cambios económicos y estructurales de la sociedad occidental determinaron variantes y aditamentos a esa derecha primigenia, abriéndose paso en las sociedades en apariencia democráticas y también en regímenes autocráticos, fascistas y totalitarios e inclusive hasta en algunas con tendencias socialistas.
Pero algo es inalterable en los más de dos siglos: la derecha como corriente ideológica siempre se ha nutrido y responde a las clases más altas y acomodadas de una sociedad. Pero también a través de infinitos actores e instrumentos inéditos (políticos, periodistas, gremialistas, jueces amigos, propaganda, medios de “desinformación”, lawfare, empresas, negocios, censura, persecución, etc), se nutre de sectores sociales que se creen -o les hacen creer que pertenecen a esa clase privilegiada, como fue la burguesía entonces y como es cierto segmento medio de nuestros días que lejos está de pertenecer a la elite, pero tienen un afán enfermizo por “pertenecer”, olvidando sus orígenes y su real ubicación en la pirámide social. Así, esas elites que manejan los resortes del poder generan muchas veces un estado de inconsciencia en sectores de la sociedad (que no son la elite) gracias a la manipulación de los medios de difusión y niveles de decisión política.
Los elementos distintivos de esa elite privilegiada, son sus contactos y vinculaciones íntimas con el poder político y económico que hoy seria la verdadera CASTA, tal cual entendemos que es, aunque el término se encuentre desnaturalizado en la Argentina de hoy, ya que el gobierno actual actúa contra la “casta” integrada por los trabajadores, jubilados, docentes, pobres, necesitados, etc.
Se van perfilando entonces claramente las ideas de derecha en el presente: clases sociales privilegiadas, liberalismo económico como bandera, expansión a las regiones periféricas más débiles, el individualismo como conducta inalterable de manera de limitar cualquier intento del Estado de implementar acciones basadas en la solidaridad, desacreditación de la política como medio de promover el ascenso social, la defensa de los privilegios de clase, repudio a conquistas laborales y el rechazo a todas las ideas que se profesaban desde las concepciones socialistas.
Pero con el correr de los años se fueron agregando nuevos condimentos a partir de la construcción de los nacionalismos y concepciones territoriales y cerradas en muchos casos. De la mano de estos nacionalismos, un corto trecho para justificar los autoritarismos extremos muchas veces so pretexto de salvaguardar la integridad territorial y las fronteras ideológicas que capturaron las mentes de los más débiles de razón.. Es éste pues, un nuevo elemento que distingue claramente esta concepción ideológica de la derecha. Muchos de estos modelos “ultranacionalistas” en lo territorial e ideológico fueron extranjerizantes y entregadores y depredadores de la economía nacional en lo económico. Tal la dictadura militar argentina de 1976. Como veremos nuestro país ha sido azotado por todas las pestes que expele la derecha a través de sus distintas épocas y modelos. Pero siempre la misma elite. Y también nunca debemos olvidar, quien fue el muro para contener tantas agresiones desde la derecha y a veces desde la izquierda.
Tácticas mediáticas y políticas para incentivar la inoculación del resentimiento como vehículo conductor del fascismo, la melancolía y la nostalgia como modo de hacer creer que todo tiempo pasado fue mejor, falsos nacionalismos de la mano de modelos neoliberales encubiertos, propagandas complacientes y peligrosas, regímenes directamente autoritarios y hasta totalitarios como paso previo a la represión y el terrorismo de Estado. En definitiva, de la verificación empírica, surgen las metodologías que conducen a modelos que tienen como objetivo final y excluyente la detentación del poder para el sostenimiento de ciertas y pequeñas elites sociales (muchos que se creen pertenecer no tienen lugar allí) y el mantenimiento de sus privilegios. Ello fue concebido con la aparición en el siglo XX de regímenes totalitarios, autocráticos, nazis, fascistas, religiosos, etc. que serán materia de una próxima entrega sobre el tema, a partir del trabajo del autor español Alberto González Pascual en “Los Nuevos Fascismos”.
Concluyendo por ahora entonces, conceptualizamos que la DERECHA es la concepción ideológica con sustento en la prevalencia de ciertas y pequeñas elites sociales para la defensa de sus privilegios dentro de una sociedad determinada y en momentos determinados y que se extienden indefinidamente y sin limitación de medios para lograr sus objetivos. Esas elites y la defensa de sus privilegios son las condiciones sine que non de esa Derecha.
Hoy vemos como en esa ala DERECHA, que se ha ensanchado en algún caso, siguen sentados los mismos de siempre y con los mismos objetivos. Me queda la duda si todos los que se sentaban en el ala IZQUIERDA siguen sentados allí…